lunes, 26 de abril de 2010

¡Viva la libertad religiosa!


Gran empeño el de nuestra izquierda por aliar civilizaciones, y es que hay que ser muy sectario para no darse cuenta de que las religiones católica e islámica son, sencillamente, incompatibles. Esto de la “incompatibilidad de caracteres” (famoso motivo de ruptura conyugal) se da siempre que una parte no respeta a la otra. Sólo una sociedad enferma puede ser permisiva con una religión importada y al mismo tiempo perseguir la que, por tradición (se sea o no creyente), forma parte de su propia cultura. En España, un país tradicionalmente católico, existen más de mil mezquitas, en cambio, tengo entendido que en los países donde impera el Islam el número de iglesias se reduce a cero.

La izquierda quiere una escuela laica. Es normal. Es una de sus señas de identidad. De ahí su obsesión por eliminar los crucifijos de las aulas. Lo chocante y contradictorio, a la vez que hipócrita, es que al mismo tiempo defienda el uso del velo, que, además de ser un símbolo religioso, es signo de sumisión de la mujer respecto al hombre. Por eso es un error aceptar el velo islámico en las escuelas alegando la defensa de la libertad de religión. En el islam no existe la libertad. Alguien que haya sido educado en la confesión católica puede alejarse de ella en cualquier momento y no será perseguido por ello. Afortunadamente, ya no vivimos en época de hogueras, aunque el gusto por eliminar infieles occidentales sigue presente en el islamismo. En una sociedad islámica es impensable que alguien se aparte de la religión sin que ello le suponga graves consecuencias. Sería impensable, por ejemplo, que una mujer se negara a llevar velo. Por tanto, ¿de qué libertad religiosa nos están hablando?

El gran argumento de los socialistas para defender el velo es que el dichoso pañuelo es, como digo, un símbolo de identidad cultural. O sea que el Islam no es una religión, es una cultura. Entonces se podría considerar también el catolicismo una cultura y supongo que el crucifijo será entonces otro símbolo de identidad cultural. Si continuamos con el razonamiento también habría que entender por manifestación cultural la lapidación de mujeres o la ablación del clítoris. Todo muy respetable para los defensores de la “alianza de civilizaciones”.

Si, ya lo sé. Este Gobierno no puede ir de la mano de la coherencia. Ya sé que no se le pueden pedir peras al olmo. Es lo que hay.


miércoles, 21 de abril de 2010

Al rescate de Garzón

“Garzón se sienta en el banquillo por investigar los crímenes del franquismo”. Me entraría la risa floja si no fuera por lo siniestro del mensaje que no he dejado de escuchar durante las últimas semanas. Que es una falacia la existencia de una venganza de los franquistas lo saben desde el propio Garzón hasta Zapatero, pasando por Méndez, Toxo, Berzosa y Jiménez Villarejo. Pero por mucho que la izquierda carca y rancia mienta, manipule y se empeñe en hacer ver a la opinión pública un resurgir del franquismo en forma de venganza contra un juez, verdad sólo hay una, y es que Garzón será juzgado por el más grave delito que puede cometer un juez: la prevaricación. El juez estrella, ahora estrellado, se sentará en el banquillo por ignorar sus propias competencias como juez, por saltarse a la torera la extinción de responsabilidad penal por fallecimiento, por tomarse los plazos de prescripción de nuestro Código Penal por el pito del sereno y por hacer la vista gorda con la vigente Ley de Amnistía votada en las Cortes Españolas en 1977. Precisamente la misma ley por la que Santiago Carrillo no se encuentra en prisión pagando por sus innumerables crímenes. También ignoró la ley que le impedía grabar conversaciones en el caso Gürtel , así como la que le obligaba a apartarse de la causa que archivó contra Botín después de recibir una pasta gansa para financiar unos cursos en Nueva York. Un sinfín de fechorías que le van a costar, si todo va bien, su expulsión de la Judicatura, convirtiéndole, dicho sea de paso, en un mártir para nuestros neo - antifranquistas.

La izquierda, ante esta situación, no podía quedarse con los brazos cruzados. Era de esperar. Tenía que echar una mano a su juez preferido. El espectáculo empezó la pasada semana en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense. Allí, la izquierda dejó claro, por si alguien tenía alguna duda, que es la única fuerza legítima para gobernar. Legitimada para acusar a los miembros del Tribunal Supremo de torturadores y cómplices de la dictadura. Legitimados para hacer gala de una superioridad moral que les coloca por encima de los que no comparten sus ideas políticas. ¿No es eso el auténtico fascismo? Lo pregunto porque pude ver multitud de pancartas con el lema “Fuera fascistas”. El show ya se ha repetido en otras facultades. Ha cambiado sólo el escenario porque el acto ha sido igual de vergonzoso. Hasta Zapatero ha tenido que disimular pidiendo respeto al poder judicial. Vamos, como si no supiéramos que ha sido él y su Gobierno los instigadores de la campaña guerracivilista que comenzó él mismo con su famosa Ley de Memoria Histórica.