miércoles, 20 de enero de 2010

Desgracia en Haití

Por mucho que Chávez se empeñe en lo contrario, no existe ningún responsable del terremoto que ha asolado Haití. Ahora, si pensamos en el resto de sus desgracias, se pueden encontrar muchos culpables. Unos gobernantes que dirigen un país sumido en la miseria, con una tasa de analfabetismo del 50%, una esperanza de vida que no supera los cincuenta años, y donde abundan la corrupción y el crimen, ¿son fiables para hacer un uso responsable del dinero recibido gracias a la ayuda internacional?

Los países desarrollados destinan grandes sumas de dinero al Tercer Mundo sin pedir responsabilidades acerca de sus fines. Los dirigentes africanos, la mayoría dictadores corruptos, están exentos de rendir cuentas sobre el uso que dan a esas ayudas, por lo que su maloliente destino es fácil de imaginar.

Mientras que las grandes potencias no exijan responsabilidades a los gobiernos más pobres, mientras no se respeten los derechos humanos, mientras no se esfuercen por crear una economía propia para crear riqueza por sí solos y ser económicamente independientes, jamás podrán salir del pozo negro de la miseria. “No les deis peces, enseñadles a pescar”. Es la única vía para que las generaciones futuras dispongan del bienestar que sus antepasados no pudieron disfrutar.


miércoles, 13 de enero de 2010

¡Al cuerno!

Mis padres me enseñaron que no está bien reírse de los males ajenos, en cambio, yo creo que hay determinados males, sobre todo si es posible poner un toque de ironía, para los que la mofa es completamente lícita. Además, si estos acontecimientos se presentan con escasez, la burla está plenamente justificada. Es el caso del bochorno por el que atraviesa el jefe de Gobierno de Irlanda del Norte, un tal señor Robinson, desconocido en España hasta que hemos sabido de la existencia de su cornamenta. Aunque el astado estaba enterado de la afición de su señora por frecuentar lechos extraconyugales, él, como político enemigo de los escándalos, procuraba llevarlo con la mayor discreción posible. Pero ya se sabe cómo es la prensa, lo airea todo, o al menos lo intenta, y con razón de más si están implicados fondos públicos con destino vergonzoso. La señora Robinson, esclava de la tentación aún contando con sesenta primaveras, fue a caer en los brazos de un crío, 39 años menor que ella, al que entregó dinero ajeno para sus negocios. El ya famoso cornudo comprenderá que con la libido en plena efervescencia de un chaval de veinte años es imposible competir. Pero su desgracia no se queda simplemente en la fornicación del veinteañero (un Dustin Hoffman mucho menos ingenuo) y su esposa, sino que, además, se ha visto obligado a presentar su dimisión al tener que responsabilizarse de las actuaciones, eso sí, políticas, de su mujer como miembro del Gobierno. He, pues, aquí una desgracia ajena merecedora de sarcasmo.

Lo único que puede hacer el señor Robinson, ya que su reputación parece no tener remedio, es llevar los cuernos con dignidad. Sería recomendable que se viera con una experta en el porte de astas como es Hillary Clinton, con el fin de recibir lecciones acerca de cómo lucir de forma digna dichas protuberancias. La heroica señora lleva aguantando el tipo desde que el Despacho Oval pasó a denominarse para siempre “Oral”. Ahora dicen que durante su campaña electoral como candidata demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, es decir, mientras se ocupaba por meter de nuevo a los Clinton en la Casa Blanca, el golfo de Bill se divertía por su cuenta dando rienda suelta a sus instintos amatorios. Sus pitones crecen por momentos y no parecen tener límites, en cambio ella, siempre con la cabeza alta. Es admirable. Al menos en esta ocasión, de momento, se han ahorrado detalles. Del señor Robinson sólo depende formar parte de la lista de astados con dignidad. En mi opinión, ha de dejarse los cuernos en ello.


domingo, 10 de enero de 2010

El burka

Sarkozy habló hace unos días, sin pelos en la lengua, de un problema que acecha desde hace años a muchos países europeos: el uso de esa indumentaria humillante llamada burka. La derecha francesa no padece de complejos (podría fijarse la nuestra en ella) y está decidida a prohibir su uso. Allí no se andan con chiquitas. Ya lo demostraron cuando se prohibió el uso de velo en las escuelas. La izquierda lo calificó como falta de tolerancia religiosa. Para el progerío la tolerancia consiste en legitimar cualquier cosa ajena y perseguir lo propio. Pero el burka va más allá de ser un mero signo religioso. Es una vestimenta asquerosa que degrada a la mujer, dejando de manifiesto su sometimiento ante el hombre. Para las fanáticas feministas que soportamos en España, el burka significa progreso. Ni siquiera la gran Bibiana Aído, tan empeñada en hacer víctima a cualquier mujer por el mero hecho de pertenecer al género femenino, se ha mostrado preocupada.

Esos descerebrados partidarios de la alianza de civilizaciones, que llevan en su estandarte gravadas las palabras “tolerancia” y “modernidad”, parecen desconocer que en Europa se permite construir centenares de mezquitas, en cambio, en los países islámicos es impensable levantar una iglesia cristiana. Estamos siendo benevolentes con una cultura que si algo ha dejado claro es que no tiene ningún respeto por la nuestra ni por nada que tenga que ver con el mundo occidental y que se ha propuesto hacernos desaparecer del mapa.

En cada país hay unas leyes que deben ser cumplidas por sus ciudadanos. En los países dominados por el fundamentalismo islámico es legítimo lapidar a las mujeres y taparlas con ropajes. Europa no puede consentir que un grupo de fanáticos anclados en el pasado acabe con los logros conseguidos tras siglos de lucha. Ya está bien de buenismo y tolerancia con quien no nos paga con la misma moneda.


domingo, 3 de enero de 2010

ZP aterriza en Bruselas

El acontecimiento planetario que nos auguró la visionaria Pajín ya está aquí. Con la llegada del 2010 llega también esa apoteosis de la política internacional, la coincidencia de Obama en Estados Unidos y Zapatero en Europa. Nuestro presidente ya ha anunciado a los europeos que está “decidido a impulsar la salida de la crisis”, cuando en España lo único que impulsa es el paro y el déficit. ¿Cómo es posible que un experto en hundir economías imparta clases de gestión económica a países como Francia y Alemania? Merkel debe haber descubierto los ataques de risa. La situación recuerda la visita que nos hizo la señora Kirchner, la reina de la ruina y los estiramientos faciales, para darnos amablemente una magistral clase de economía en el Congreso de los Diputados. Tomando como ejemplo a Argentina no nos puede ir de otra forma. Pero por suerte, por lo visto quien realmente dirige la cosa europea es un belga llamado Herman Van Rompuy y una británica de nombre Catherine Asthon. La pareja ya ha sido adecuadamente informada acerca las heroicidades de ZP, por lo que ya han puesto en marcha los mecanismos oportunos para tener controlada la situación. De momento desconocemos el grado de resentimiento que tiene Zapatero con la Unión Europea para proceder a su destrucción. ¿Para qué va a servir, pues, la puñetera presidencia?, nos preguntamos todos. La respuesta se intuye con facilidad: para nada, excepto para fundir 83 millones de euros durante los seis meses que durará el desfile por Bruselas.