
Zapatero es el mejor cómplice con el que ha contado la banda terrorista. Hemos visto cómo se concedían privilegios a los asesinos, cómo se les acercaba a las cárceles vascas, cómo el juez Pedraz autorizaba una marcha proetarra y cómo se sigue permitiendo que ayuntamientos del País Vasco estén controlados por la ETA. En España se consiente que una banda criminal se financie con dinero público. O más claro: los verdugos matan con el dinero de sus víctimas.
El terrorismo en España se acabará cuando los asesinos sean juzgados y cumplan sus penas. El Gobierno tiene la obligación de perseguirlos y acabar con ellos. No se puede ceder a un chantaje para conseguir la paz porque los crímenes quedarían impunes, se despreciaría a las víctimas y los terroristas vencerían. Eso sería un duro golpe para la dignidad de los españoles de bien.