Ya estamos con lo de siempre, dando carta de naturaleza política a un grupo de criminales. El simple hecho de tomar en consideración un comunicado procedente de unos asesinos supone legitimarlos. A nadie se le ocurría pensar, por ejemplo, que la Policía accediera a peticiones de una banda criminal para que ésta abandonara sus actividades delictivas. Pero en España nos hemos acostumbrado a que unos asesinos, con casi mil muertos en su haber, se dirijan a sus perseguidores e impongan condiciones. Esto ocurre cuando un Gobierno considera a ETA una parte del juego político con la que hay que negociar.
Zapatero es el mejor cómplice con el que ha contado la banda terrorista. Hemos visto cómo se concedían privilegios a los asesinos, cómo se les acercaba a las cárceles vascas, cómo el juez Pedraz autorizaba una marcha proetarra y cómo se sigue permitiendo que ayuntamientos del País Vasco estén controlados por la ETA. En España se consiente que una banda criminal se financie con dinero público. O más claro: los verdugos matan con el dinero de sus víctimas.
El terrorismo en España se acabará cuando los asesinos sean juzgados y cumplan sus penas. El Gobierno tiene la obligación de perseguirlos y acabar con ellos. No se puede ceder a un chantaje para conseguir la paz porque los crímenes quedarían impunes, se despreciaría a las víctimas y los terroristas vencerían. Eso sería un duro golpe para la dignidad de los españoles de bien.
Zapatero es el mejor cómplice con el que ha contado la banda terrorista. Hemos visto cómo se concedían privilegios a los asesinos, cómo se les acercaba a las cárceles vascas, cómo el juez Pedraz autorizaba una marcha proetarra y cómo se sigue permitiendo que ayuntamientos del País Vasco estén controlados por la ETA. En España se consiente que una banda criminal se financie con dinero público. O más claro: los verdugos matan con el dinero de sus víctimas.
El terrorismo en España se acabará cuando los asesinos sean juzgados y cumplan sus penas. El Gobierno tiene la obligación de perseguirlos y acabar con ellos. No se puede ceder a un chantaje para conseguir la paz porque los crímenes quedarían impunes, se despreciaría a las víctimas y los terroristas vencerían. Eso sería un duro golpe para la dignidad de los españoles de bien.