domingo, 16 de enero de 2011

La mierda de siempre

Ya estamos con lo de siempre, dando carta de naturaleza política a un grupo de criminales. El simple hecho de tomar en consideración un comunicado procedente de unos asesinos supone legitimarlos. A nadie se le ocurría pensar, por ejemplo, que la Policía accediera a peticiones de una banda criminal para que ésta abandonara sus actividades delictivas. Pero en España nos hemos acostumbrado a que unos asesinos, con casi mil muertos en su haber, se dirijan a sus perseguidores e impongan condiciones. Esto ocurre cuando un Gobierno considera a ETA una parte del juego político con la que hay que negociar.

Zapatero es el mejor cómplice con el que ha contado la banda terrorista. Hemos visto cómo se concedían privilegios a los asesinos, cómo se les acercaba a las cárceles vascas, cómo el juez Pedraz autorizaba una marcha proetarra y cómo se sigue permitiendo que ayuntamientos del País Vasco estén controlados por la ETA. En España se consiente que una banda criminal se financie con dinero público. O más claro: los verdugos matan con el dinero de sus víctimas.

El terrorismo en España se acabará cuando los asesinos sean juzgados y cumplan sus penas. El Gobierno tiene la obligación de perseguirlos y acabar con ellos. No se puede ceder a un chantaje para conseguir la paz porque los crímenes quedarían impunes, se despreciaría a las víctimas y los terroristas vencerían. Eso sería un duro golpe para la dignidad de los españoles de bien.


lunes, 10 de enero de 2011

Nueva vuelta de tuerca

Mientras que los azotes de la crisis son cada día más fuertes, nuestros queridos gobernantes se empeñan en inventar conflictos para después remediarlos con leyes tan injustas como innecesarias. No soy fumadora y nunca me he sentido maltratada o perjudicada por los fumadores que he tenido a mi alrededor. Alguna vez me he marchado de algún local porque se me hacía imposible respirar debido al humo del tabaco, pero no he culpado a los fumadores por ello, en todo caso al propietario por no tener el local bien acondicionado. También he abandonado algún bar por un excesivo olor a fritanga y no he sentido nunca deseos de expulsar de allí a los amantes del pescaíto frito. Y qué decir del olor nauseabundo a cuerpo en descomposición que tengo que soportar a primeras horas de la mañana montada en un vagón de metro. Eso sí que puede matar.

No creo que esto sea un nuevo revuelo mediático del Gobierno para camuflar asuntos de mayor importancia. Aquí no hay maniobras de distracción. Los socialistas han decidido convertir a los fumadores en unos apestados, y mañana serán otros. Nada importa que el sector de la hostelería se resienta. Bajarán sus ingresos, se despedirá a personal y los negocios cerrarán, engordando aún más las listas del paro. Lo único importante es que el proyecto de ingeniera social de Zapatero sigue su curso. Esto es sólo una vuelta de tuerca más.