
Israel lleva más de sesenta años defendiéndose de vecinos que sólo buscan su desaparición. Los árabes nunca han ocultado su intención de destruirlo y de eliminar a los judíos de la faz de la tierra. Y es que el conflicto de Oriente Medio va mucho más allá de ser una lucha de fronteras y de religión. Se trata de un conflicto derivado del antisemitismo y que culmina en un deseo por aniquilar todo aquello que tenga que ver con la libertad.
Los judíos tienen un espíritu emprendedor. Son excelentes comerciantes, expertos en banca y creadores de riqueza. Es una comunidad ligada al libre mercado y que se enmarca en un país democrático regido por valores occidentales. Por tanto, el odio hacia Israel únicamente puede venir de los enemigos de la libertad, tanto económica como de pensamiento. Indigentes intelectuales incapaces de ver que el beneficio de unos provoca el beneficio de todos. Israel representa en Oriente Medio los fundamentos de Occidente.
Triste es ver cómo la izquierda desprecia a Israel. Quizá le recuerde a esas dos cosas que tanto persigue: la excelencia y la libertad. Cuando ha surgido un conflicto armado no ha dudado en ponerse del lado de terroristas, al margen de que éstos se llamen Hamas, Al Qaeda o ETA. Lo vimos con los atentados del 11 de Septiembre o en la negociación del Gobierno español con la banda terrorista. En esta ocasión, con el desgraciado episodio del Mavi Marmara, la historia ha vuelto a repetirse. Muchos diarios españoles, incluido alguno considerado de derechas, han intentando acoger un acto de defensa militar israelí como un crimen inhumano. Así, de forma tan simple, han vendido muy bien el mensaje de que Israel ha atacado a un barco con “ayuda humanitaria”, simplemente por maldad, porque los judíos son así de crueles.
Hassán II dijo que el odio a Israel es el afrodisíaco más potente para los musulmanes. Debe ser que no sólo para ellos porque los terroristas siempre cuentan con el apoyo de unos medios de comunicación que los presentan como luchadores por la libertad. Es la forma más eficaz que tiene el terrorismo islámico de ganar su batalla contra Occidente.