
Los países desarrollados destinan grandes sumas de dinero al Tercer Mundo sin pedir responsabilidades acerca de sus fines. Los dirigentes africanos, la mayoría dictadores corruptos, están exentos de rendir cuentas sobre el uso que dan a esas ayudas, por lo que su maloliente destino es fácil de imaginar.
Mientras que las grandes potencias no exijan responsabilidades a los gobiernos más pobres, mientras no se respeten los derechos humanos, mientras no se esfuercen por crear una economía propia para crear riqueza por sí solos y ser económicamente independientes, jamás podrán salir del pozo negro de la miseria. “No les deis peces, enseñadles a pescar”. Es la única vía para que las generaciones futuras dispongan del bienestar que sus antepasados no pudieron disfrutar.
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