sábado, 13 de febrero de 2010

Bye, bye, Garzón

A todo cerdo le llega su San Martín. Incluso al, hasta ahora, intocable Baltasar Garzón, con la diferencia de que, en su caso, nada será aprovechable y tendrá que ir directo a un vertedero de residuos tóxicos. Hasta que punto han llegado las fechorías del juez, siempre creyéndose inmune a la Ley, que el Consejo General del Poder Judicial, ese organismo que durante tanto tiempo ha mimado y protegido al juez estrella, no ha tenido más remedio que iniciar los trámites para expulsarle de la Audiencia Nacional. Quizá, en esta ocasión, a más de un magistrado se le ha caído la cara de vergüenza al leer el auto del juez del Tribunal Supremo, Luciano Varela. Si el asunto del dinero que solicitó a Botín para financiar sus actividades en Nueva York es grave, más grave es aún su causa general al franquismo. Su vanidad y ansia por ser carne de telediarios le hicieron ignorar que los delitos ya habían prescrito, que existía una Ley de Amnistía de 1977 y que sus supuestos autores, como Franco o Mola, estaban criando malvas, de ahí el numerito de pedir el acta de defunción del Caudillo.

Es evidente que Garzón no cuenta ya con el apoyo de una parte de los jueces, incluidos los de su propia cuerda, pues no hay que olvidar que Luciano Varela es uno de los jueces denominados “progresistas” y perteneciente al sindicato Jueces por la Democracia. Sin embargo, hay un sector que continua mostrando su apoyo al juez estrella. El GRUPO PRISA no ha dudado en arremeter contra el Tribunal Supremo para defenderle. El País dice en uno de sus editoriales que es vergonzoso que los “herederos ideológicos del franquismo sienten en el banquillo al juez que intentó investigar los crímenes de aquel régimen”. Que yo sepa, los herederos del franquismo no han puesto a Garzón con un pie en el banquillo de los acusados, sino todo lo contrario. Zapatero, De la Vega, Chaves, Conde Pumpido, Bono, Rubalcaba, Cebrián y todo el séquito socialista proveniente de dinastías franquistas siempre han tenido entre algodones al juez gordito con voz de pito. Incluso llegan a “olvidar” que gracias a la Ley de Amnistía el máximo responsable de la matanza de Paracuellos, la mayor de la Guerra Civil, se encuentra calentito en su casa y aún tiene tiempo de pasarse en sus ratos libres por la SER o La Noria para enorgullecerse de sus hazañas. El plan de PRISA es tan asqueroso como siniestro, pues quieren hacer ver que la instrucción del Supremo contra Garzón es una venganza de los sectores franquistas por su valiente intento de hacer justicia a los asesinados por Franco. Es curioso que no les haya interesado hacer justicia a las víctimas de Carrillo, que aún sigue vivo y en condiciones de declarar ante un Tribunal como coautor de más de diez mil muertes.

En un país que se considera democrático no es admisible que un juez que se ha presentado a unas elecciones generales como número dos de un partido político vuelva a ocupar un juzgado. Gracias a Garzón, los que creemos en la separación de poderes, no sabemos dónde está la línea que separa el poder ejecutivo del judicial en España.

Algunos incrédulos dicen que no caerá porque sabe todo de todos y que el Gobierno le debe muchos favores. Yo espero que el asunto prospere y poder ver a Garzón abandonar la Audiencia Nacional, el juzgado nº 5 que él se ha encargado de convertir en una cloaca de miseria moral.



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