
Un hacker ha accedido a los correos electrónicos de unos científicos pertenecientes a uno de los centros de investigación más interesados en demostrar la acción exterminadora que ejerce el hombre sobre la Tierra y que nos está llevando a un calentamiento global. La correspondencia no ha podido ser más reveladora: falsificación de datos, ocultación de pruebas, incluso conspiraciones contra científicos escépticos que no comulgan con la causa calentóloga. Todo vale con tal de mantener a flote todo un tinglado de mentiras que, sin duda, proporcionan grandes beneficios. Ahora sí que Al Gore se va a encontrar con Una Verdad Incómoda.
Hace demasiados años que la idea del calentamiento global comenzó a calar en la sociedad y gobiernos de todo el mundo decidieron destinar grandes sumas de dinero público a la subvención de organismos dedicados a la investigación del tema. Se aceptó una teoría que carecía del consenso de la comunidad científica, muchos eran los que discrepaban acerca de la autenticidad de los estudios. Tal vez no interesaba investigar, se trataba de una mentira muy rentable, tanto para los científicos, que vieron su gallina de los huevos de oro, como para los políticos, que encontraron en la causa un discurso fácil con el que ganar votos a mansalva. Ahora, cuando parece que todo este montaje se viene abajo, ¿asumirá alguien responsabilidades?

Ya han calificado a este fraude como el Watergate climático. Ojalá tenga la repercusión mediática que en su día tuvo aquel escándalo que hizo dimitir al mismísimo Nixon. Por si las moscas, alguno ya estará preparando su discurso. Los legionarios del progresismo ya se sabe cómo se las gastan, siempre actúan con la mejor intención, y su actuación, casualmente, siempre les lleva a llenarse los bolsillos, pero no en el mercado libre, sino a costa del contribuyente. Que los políticos mientan es el pan de cada día, pero que haya científicos amorales capaces de renunciar a cualquier cosa para ponerse a disposición de intereses particulares y causas políticas causa verdadera indignación.
Y es que una cosa son los ecólogos y otra bien distinta los ecologistas, casi todos ellos conocedores del verde, pero del de la marihuana que fumaban cuando eran hippies.
ResponderEliminarEstá claro que hay que cuidar el medio ambiente como si fuera nuestra casa, pero que haya tanta gente haciendo su negociete a costa del cambio climático, entre ellos Al Gore, uno de los tipos que más contamina de USA con esas minas de su propiedad que no recuerdo que producen, clama al cielo, ya sea al cielo azul y límpido, ya sea al que ellos aluden, negro y sucio, como sus intereses.
Saludos
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ResponderEliminarА under than here smoking marijuana?