martes, 1 de diciembre de 2009

El optimismo español

Leía esta mañana un artículo muy interesante en Libertad Digital titulado La crisis invisible: el perfil de los crisiescépticos. Según cuenta, y aunque a algunos nos cueste creerlo, existe una parte de la población para la que la crisis económica no existe, es algo de lo que se habla en los medios y poco más. Los psicólogos han llamado a este individuo “adulto inconsciente”. Si Eduardo Punset afirma que “por naturaleza tendemos al optimismo porque es lo que nos permite sobrevivir”, parece ser que, en el caso de los españoles, a esto hay que añadir la burbuja que nos creamos para protegernos ante amenazas exteriores y el afán de no querer enterarnos muy bien de lo que pasa, lo que, en definitiva, nos hace seguir. “¡Bastantes problemas tengo ya!“ suele ser el argumento más utilizado. Supongo que nadie está exento de ellos.

Algunos interrogantes que se plantean son ¿Por qué España sigue estando en la inopia? ó ¿A qué se debe esa frivolidad? A mi juicio todo esto es debido, en primer lugar, al repugnante sistema educativo español fabricante de analfabetos, pero eso sí, con título, y no de analfabetos precisamente, y en segundo lugar, a una telebasura creadora de electroencefalogramas planos. Si a todo esto le sumamos el carácter español propenso al conformismo, nos queda un cóctel explosivo.

Interesantísimos, por otra parte, mis viajes en autobús y en metro, en los que casi a diario escucho alguna conversación ajena que no tiene desperdicio. Esos diálogos de la España de Zapatero siempre acaban por producirme una sonrisa que poco a poco acaba por transformarse en una mueca de frustración y desesperanza. “Pues yo no sé donde está la crisis. Los restaurantes y los campos de fútbol están llenos”. Claro señora. Aún vivimos en un país avanzado y desarrollado. Aún no dormimos entre cartones y comemos caliente. ¿Tenemos casi 5 millones de parados? Ya cobramos el paro. ¿Los bancos están en quiebra? Bastante han “chupao”. ¿Zapatero nos ha metido en este agujero? Si total, todos son iguales. ¿Somos uno de los nuevos países pobres de Europa? ¿Mande?

Sano y peligroso a la vez es ese optimismo a flor de piel, tan arraigado en el carácter español. Nada recomendable para el avance de la sociedad y el desarrollo de la democracia.



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