sábado, 19 de diciembre de 2009

Por todo lo destrozado

¿Por qué han tenido que coincidir en el tiempo la crisis mundial más feroz desde la del 29 y el Gobierno más incompetente que ha estado al frente de España? Como dirían aquellos temerosos de Dios ¿Qué pecado hemos cometido?

La nefasta experiencia puede servir para tomar conciencia de la responsabilidad que supone acudir a las urnas para elegir a nuestros dirigentes, aunque siendo realistas, que no pesimistas, no servirá más que para contar a nuestros nietos que tuvimos un Gobierno que gobernó contra la mitad de los españoles, que fue capaz, emborrachado de mezquindad y soberbia, de destruir en pocos años la prosperidad y el lugar internacional que ocupaba el país que le entregaron.

Si Rodríguez Zapatero no toma en consideración ninguno de los consejos de política económica lanzados por las organizaciones internacionales y, dejándose llevar por su ignorancia y sectarismo, toma decisiones radicalmente opuestas a las aconsejadas, si continuamente subestima las noticias que nos advierten del peligro que corre España en la zona euro, y si los inversores huyen despavoridos al contemplar el panorama económico, no cabe ninguna duda que estamos ante un psicópata plenamente consciente de sus actos, perfectamente conocedor del pozo negro en el que se ha empeñado hundir a nuestro país.

“No se responsabilizan en el gobierno de España” decía hace unos días nuestro presidente refiriéndose a la oposición. Desde luego que no se responsabilizan. Si alguien no ha cometido el asesinato con ensañamiento de la nación española, sería de locos declararse culpable. ¿Por qué tendrían que responsabilizarse del hundimiento de todo un país? ¿Por qué se van a responsabilizar del resurgir de los odios que dejamos atrás en la Transición? No se debe cargar con responsabilidades ajenas, con el mal que otros hicieron a sabiendas.

Ese quinto jinete del Apocalipsis que se apeó del caballo y optó por el tren para llegar a la Moncloa hace más de cinco años, y que muchos se empeñan en ver como un ángel (exterminador, diría yo), está dejando un reguero de destrucción del que tardaremos muchísimos años en recuperarnos.


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